La bicicleta aporta muchas cosas buenas, a saber: autonomía, salud,
medio de transporte, otra forma de ver la ciudad y a nosotras mismas, etc.
Pensamos que vale la pena llevar a mas mujeres a conocer sus ventajas.
Es notorio que la mujer, absorbida por múltiples actividades, cuenta con poco tiempo y espacio para cuidar su salud, su esparcimiento o bien, carece de autonomía de movimiento o la inseguridad que encuentra en el tráfico.
Además es frecuente que la mujer se acerque a los deportes “extremos” (entiéndase que para algunos la bicicleta de montaña es considerada un deporte extremo) solo de la mano de su pareja, si es que él tiene interés en ello.
Si a esto le añadimos la frecuencia con la que los hombres consideran las actividades deportivas como el coto donde demuestran sus habilidades de fuerza y destreza y donde se da preferencia a la competencia, se convierte en un ámbito sumamente hostil para muchas mujeres.
¿Vale la pena el proyecto? Pensamos que sí.
Nuestro grupo no es excluyente, nosotras no lo pensamos así.
Cuando un grupo de mujeres se reúne
para tomar café nadie lo considera excluyente aunque solo cuente con mujeres, cuando
un grupo de hombres organiza un equipo de bicicleta de montaña, nadie lo
considera excluyente, aunque solo lo conformen hombres.
¿Por qué entonces
establecer, como cláusula “solo chicas”?
Porque la gran mayoría de los
ciclistas de ruta, de montaña, urbanos y recreativos son…....hombres.
Porque somos
mujeres y lo que tenemos para compartir enriquecería a otras mujeres.
No es
excluyente es solo cuestión de intereses afines.
Las mujeres que nos reunimos para montar en bici buscamos un ambiente más relajado, menos competitivo y de cooperación.
Si bien las rutas no son la prioridad, es decir, no perseguimos únicamente hacer rutas, han sido y son, un medio excelente para conocernos y darnos a conocer.
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